No hay mal que cien años dure

Las franquicias deben aprovechar su ventana de oportunidad para aspirar a todo

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Khalil Mack y Derek Carr le han cambiado la cara a los Raiders

En la Semana 11 de la temporada 2003 los Kansas City Chiefs de Dick Vermeil marchaban con un implacable récord de 9-0. No sólo tenían el mejor récord, sino que practicaban un excelente football. Vermeil venia de haber hecho campeones a los St.Louis Rams creando lo que se llamó “The Greatest Show on Turf”. El demoledor ataque de aquellos Chiefs está dirigido por Trent Green, que había firmado un suculento contrato como agente libre y era quien originalmente debía ser el QB de aquellos Rams. Para desgracia de Green se le cruzó en el camino Rodney Harrison, que le partió la rodilla en un partido de pretemporada en una jugada marca de la casa. A Green le sucedió Kurt Warner, un completo desconocido salvo en Amsterdam, donde dirigía a los Admirals de la NFL Europa, el resto es historia.

Los Kansas City Chiefs se dirigían a Cincinnati a jugar su décimo partido y eran claros favoritos para ganar el partido. Los Bengals estaban en el primer año de su nuevo Head Coach, Marvin Lewis, el arquitecto de la brutal defensa de los Baltimore Ravens de 2000, y que prefirió coger el dinero que le ofreció Dan Snyder para coordinar la defensa de los Washington Redskins a ser Head Coach en otro equipo. Los Bengals llevaban 12 temporadas consecutivas perdiendo (55-137, % de 0,286), eran los tiempos en que eran conocidos por ser los Bungles, el auténtico hazmerreir en la NFL. En Queen City todo lo que podía salir mal, terminaba peor aún. Malas elecciones de draft, lesiones graves a sus estrellas “estrelladas”, un estadio infumable y un propietario, Mike Brown, que gastaba poco o nada en jugadores e incluso instalaciones.

Ser elegido en el draft por los Bengals era un castigo para cualquier jugador, ningún agente libre quería jugar en Cincinnati. Los jugadores deseaban salir del equipo en cuanto acabaran contrato y a la más mínima oportunidad lo terminaban haciendo. Con Lewis los Bengals querían abrir una nueva era aprovechando que habían empezado hace apenas tres años a jugar en un nuevo estadio, atrás quedaban los tiempos del Riverfront Stadium. Sin embargo las cosas no fueron del todo bien al principio. Lewis empezó con un récord de 1-4. En octubre el equipo empezó a mejorar y llego a esa Semana 11 con un registro de 4-5, por primera vez en una más de una década los Bengals podían tener a esa altura de temporada un récord equilibrado, el partido en Cincinnati fue calificado como el más importante de la franquicia en un tiempo.

Los Bengals acabaron ganando a los súper favoritos Kansas City Chiefs. En la rueda de prensa posterior al partido Vermeil reconocía que los Bengals habían sido mejores que los Chiefs, pero que había que comprender que los Bengals eran un buen equipo, tras tantos años terminando tan abajo en las clasificaciones el haber podido elegir alto en el draft tenía que acabar produciendo alguna vez resultados, era imposible negar que en aquel equipo no había talento. Y lo cierto es que lo había, los Bengals tenían entre otros a Willie Andersen, Justin Smith, Levi Jones, Rudi Johnson, Peter Warrick, Corey Dillon, Chad Johnson, etc.. El QB era Jon Kitna, cuyo trabajo consistía en enseñar el oficio a la nueva flamante estrella del equipo, el QB Carson Palmer, ganador del Heismann Trophy y que ese mismo año había salido elegido en primer lugar del draft.

A Vermeil no le faltaba un ápice de razón, los Bengals, hasta entonces conocidos como Bungles, estaban llenos de talento, pero nadie parecía capaz de sacar provecho de aquel equipo. Es cierto que antes hubo auténticos petardazos como Akili Smith, David Klinger o Dan Wilkinson, pero nadie podía negar el talento de los mencionados antes, además de otros como Takeo Spikes o Brian Simmons, que formaban una magnifica pareja de LB. El caso Ki Jana Carter era diferente, simbolizaba la mala suerte habitual del equipo. Lewis terminó la temporada con un esperanzador 8-8, no entraron en post temporada y tuvieron opciones de poder hacerlo, pero el equipo iba por el buen camino. De hecho cuando Palmer empezó a ver el terreno de juego, el equipo pegó un salto más que notable.

Marvin Lewis en la banda de los Bengals
Marvin Lewis en la banda de los Bengals

El caso que acabamos de contar de los Cincinnati Bengals es el más claro ejemplo de lo que es una norma no escrita de la NFL, un mal equipo no puede ser eternamente malo, sino que alguna vez tiene que dar ese salto para dejar de ser no sólo un mal equipo, sino como en el caso que acabamos de exponer de los Bengals, incluso un buen equipo. El sistema de la agencia libre y su alter ego, el límite salarial, están diseñadas para que en un equipo no se pueda producir una acumulación de talento que se prolongue en el tiempo. Los equipos deben aprovechar las ventanas de oportunidad antes de que la agencia libre o el límite salarial rompan las plantillas. Pero de la misma forma que han desaparecido las “Dinastías” también deberían haber desaparecido las “Marías”, esos equipos que nunca ganaban nada y estaban casadas con la derrota. Sin embargo una visión por encima de la NFL nos permitiría ver que mientras lo primero si podemos ver qué ocurre, lo segundo se sigue produciendo.

Lo más parecido que tiene la NFL actual con una de las llamadas “Dinastías” son los New England Patriots. Desde que Bill Belichick llegó a la AFC East solamente en dos ocasiones los Patriots dejaron de ganar su división, en ambas faltaba Tom Brady, una vez por lesión y la otra porque aún no jugaba, fue su año de novato. En la otra cara de la moneda tenemos a los Cleveland Browns, equipo que casualmente su último Head Coach fue Belichick, una franquicia que desde que regresó solo ha conocido dos temporadas ganadoras y que acumula una presencia en los playoffs.

Si ser bueno y durante tiempo en la NFL actual tiene mucho mérito, los equipos perfectos han desaparecido hace tiempo, ser durante periodos de tiempo prolongados muy malo tiene tanto o más mérito que ser bueno, lo único que no tiene mérito en la NFL actual es ser mediocre. Para ser un mal equipo, y serlo durante mucho tiempo, es necesario ser muy incompetente o torpe, o ser amabas cosas a la vez. Al igual que el caso que hemos explicado en la introducción, algún día, forzosamente todo ese talento que has ido reuniendo vía draft, tiene que hacer clic y tienes que empezar a ganar partidos y dejar de ser parte del proletariado de la NFL.

Fenómenos como el de los Cleveland Browns y los Jacksonville Jaguars requieren de una pericia muy especial, de un nivel de incompetencia mayúsculo, es muy difícil ser tan rematadamente malo durante tantísimo tiempo. El caso más reciente son los Oakland Raiders, un equipo que tras ser el modelo de excelencia durante casi dos décadas acabó sumido en un pozo tan negro como el color de sus camisetas, desde el año 2003 a 2014 una marca de 56-136, % de 0,292. Los Raiders, al igual que los Bengals, han sido capaces de sacudirse de esa “maldad implícita”. Seguramente qué con algo de fortuna en la selecciones del draft, caso de Derek Carr, elegido en 2ª ronda tras Blake Bortles, Jonny Manziel y Teddy Bridgewater, los cuales por una razón u otras no están funcionando. O el caso de Khalil Mack, un jugador que se consideraba a años luz de un talento inigualable como se suponía que debía ser Jadeveon Clowney, que sin ser un mal jugador le queda muchísimo que demostrar para empezar a decir que es un buen jugador como ya ha dejado demostrado Mack.

EL CASO JACKSONVILLE

El caso de Jacksonville es paradigmático, llevan un registro desde su última aparición en post temporada de 41-99, % de 0,293, y en concreto Gus Bradley de 14-46, que es un porcentaje de 0,233, el peor registro histórico de un Head Coach. Los Jaguars han hecho todo lo que se supone es correcto, pero ni así son capaces de acertar. Tienen a un propietario, Shahid Khan, que no se inmiscuye en asuntos deportivos y deja trabajar al General Manager David Caldwell. Tienen a un Head Coach que venía con un gran pedigrí y al que han dejado trabajar con infinita paciencia y sin exigir resultados inmediatos.

En el draft han hecho elecciones sobre el papel impecables con la única mancha negra de Justin Blackmon y Blaine Gabbert, ¿Pero qué equipo no falla de vez en vez en el draft? Las selecciones de Luke Joeckel y Bortles fueron decisiones inapelables en su día. El año pasado la fortuna les sonrío hasta en dos ocasiones, quizás para compensar la mala suerte que tuvieron con Dante Fowler el anterior, lesionado en su primer entrenamiento. Primero se pudieron hacer con Jalen Ramsey y en 2ª ronda con Myles Jack, que por talento era claramente una primera ronda pero con un historial médico que asustaba. En resumen, tres supuesto grandes jugadores para la defensa. En la agencia libre apostaron por dos ex jugadores de Denver que venían de hacer temporadas muy sólidas, el TE Julius Thomas y el DR Malik Jackson, fueron ambos fichajes recibidos con muy pocas críticas. Estuvieron a punto de hacerse con los servicios de Olivier Vernon, que al final se inclinó por los millones de los New York Giants.

Blaine Gabbert no fue la respuesta para los Jaguars
Blaine Gabbert no fue la respuesta para los Jaguars

Pero ves el récord del equipo y solo ves un triste y paupérrimo 2-10, han ganado un partido en Londres, a miles de kilómetros de su estadio y otro contra unos penosos Chicago Bears que ese día jugaron con Brian Hoyer de QB. El mal récord no pasaría de ser una mera anécdota sino fuera por el equipo cada domingo encuentra formas más originales de perder partidos, que han despedido al que era su coordinador ofensivo Greg Olson y que Bortles empeora cada semana, ya es conocido como el Rey de la Basura, acostumbra a maquillar sus estadísticas cuando el partido está fuera de su alcance. Este pasado fin de semana los Jaguars quedaron oficialmente fuera de la post temporada, aunque por sensaciones lo llevan casi toda la temporada.

El caso de los Cleveland Browns ya fue objeto de estudio aquí mismo. Estos Cleveland Browns no son aquellos gloriosos Browns, sino una suerte de impostores que llevan su nombre y palmarés, porque en su bajada a los infiernos han sido incluso capaces de hacer que unos uniformes que ya no eran bonitos puedan ser más feos aún. Es muy difícil hacerlo peor que los Browns, su marca desde la última vez que entraron en post temporada es de 66-154, % de 0.300. Si uno hace el siguiente ejercicio, no acertar ni una sola vez en una quiniela, se encontrará qué es tan difícil como intentar hacer un pleno. Pues imagínense la proeza de los Browns, ellos han conseguido acertar una quiniela sin un solo acierto, peor imposible.

Desde Cleveland ahora quieren vender la historia del Money Ball. Lo cierto es que si uno ha leído el libro y lo compara con lo que están haciendo los Browns solo encontrará una cosa en común, David De Podesta, todo lo demás se parecen lo que una vaca a un pájaro. Lo qué los Browns quieren hacer ahora yo no lo llamaría Money Ball, sino la “Teoría de los dardos”. Si uno juega a los dardos y tiene 7 flechas, tiene eso, 7 posibilidades para acertar. Pero si en cambio tiene 15 flechas, tiene 15 posibilidades de acertar, o dicho de otra manera, aunque me siga equivocado muy rematadamente mal lo tengo que hacer para fallar 15 intentos. Eso es el “Moneyball versión Browns.

Ahora mismo intentar predecir cuándo saldrán ambos equipos del agujero en el que están inmersos es imposible. Sobre el papel los Jacksonville Jaguars tienen más boletos para poder hacerlo antes, es un caso parecido al de los Cincinnati Bengals, tantos años eligiendo talento alguna vez tienen que empezar a arrojar algún resultado. El cuando es la gran duda, y si Bortles será parte de esa ecuación es la otra incógnita a despejar. El caso Browns es más difícil de predecir, y mas con un propietario tan volátil, desde Cleveland suenan tambores de guerra si el equipo termina con un infame 0-16, algo que ni los mas pesimistas creían que podría suceder.

Lo que en todo caso es cierto es que es tan difícil ser bueno durante tiempo en la NFL como ser malo. La NFL no se diseñó para estas anomalías, que un equipo pudiera ser dominante durante más de una década como arrastrarse durante ese mismo tiempo. Por eso en esta particular meritocracia hay que darle el valor justo que tiene a lo que están haciendo Browns y Jaguars.

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