Fútbol de Texas y el nuevo circo

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El césped brilla bajo las luces de una calurosa noche de fútbol en Odessa, Texas. Los Permian Panthers empatan en el marcador en el cuarto cuarto y están inmersos en un drive camino a la end zone. Segundo down. Sack al quarterback para perder 3 yardas. Un intento más camino hacia el estatal. 3 & 9. Formación Doble Ace. Carrera interior del RB. Primer Down. Permian avanza corriendo el balón. Fútbol de Texas señoras y señores.

Todas las cámaras se posan sobre el huddle. Los entrenadores se ponen nerviosos y las comunicaciones se suceden desde la cabina superior a los oídos del quarterback. Se rompe el huddle y los jugadores se avanzan hacia la línea de scrimmage. 3&17. Formación Shotgun con 4 receptores y un solo hombre en el backfield. Se produce el snap, el quarterback se mueve en el pocket y lanza un pase de 55 yardas que vuela por encima de la defensa hasta la end zone. Recepción completa y touchdown. Bienvenidos al circo aéreo de la NFL.

Es una realidad latente que la NFL ha cambiado desde sus primeros comienzos pero ¿Qué deporte no lo hace? Hoy en día cada vez se está demostrando que tener un gran  quarterback no es importante sino más bien necesario para alzarse con un trofeo Lombardi. Hablo de tener un gran quarterback porque en mi opinión llamar a un quarterback de élite significa mucho más que lanzar el bien balón y para mí en esta liga solo hay 4 (Manning, Brady, Brees y Rodgers).

La NFL se ha convertido en un circo aéreo constante donde cualquier equipo pueda hacer volar el balón por el aire y hacerlo volar hasta ganar 300 yardas casi ya sin esfuerzo. Esta significativa evolución en el juego ha provocado dos tendencias. El abandono del juego terrestre de manera exagerada (véase Oakland Raiders) y defensas que son un auténtico coladero aéreo pero no porque realmente tengan poco talento o ineptitud para  jugar en contra el pase sino más bien porque hoy en día cuando te lanzan 50 veces en un partido es imposible que ninguna de ella no te haga auténtico daño.

La premisa no está realmente tampoco en correr más sino en ser lo más equilibrado posible pero hay un importante elemento en la NFL, que cuando se debe frenar el juego de carrera a veces no es tan fácil como uno quisiera. Un ejemplo de ello pueden ser los Cleveland Browns. El año pasado Cleveland dentro de su eterna reconstrucción  tuvo el placer de tener la segunda mejor defensa contra el pase de toda la liga pero… ¿Saben qué? Ranquearon antepenúltimos en la defensa contra la carrera con lo cual se demuestra de que cuando se corre todo cambia.

LOS RECORDS NO SON LO QUE ERAN

En el ámbito ofensivo podríamos nombrar a los Green Bay Packers. Ranquearon  con el 3º mejor ataque en el juego aéreo pero fueron posicionados en un misero 27º puesto en juego terrestre. Se diga lo que se diga no llegaron al Superbowl y es que tener una ofensiva unidimensional no suele ayudar durante mucho tiempo. Los equipos se ajustan, los esquemas cambian y al final correr termina siendo una necesidad. Equipos como los Patriots lo saben y cada vez que llegan a postemporada suelen volver a poner énfasis en su juego terrestre con resultados muy positivos. No se trata de ensalzar el juego por tierra se trata de la necesidad de cuidarlo igual que el de pase.

¿Habéis pensando cuantos equipos en esta liga cometerían menos errores y marcarían mas diferencia si jugara con el balón más pegado al suelo? Al final el pase siempre será descendiente directo del espectáculo pero el juego terrestre siempre terminara siendo necesario. Ahora cualquier quarterback lanza para más de 300 yardas por partido, 4.000 por temporada o incluso 5.000. Los récords comienzan a hacerse baratos.

Joe Montana, Steve Young, Troy Aikman quarterbacks de élite y ganadores de múltiples anillos nunca tuvieron temporadas de 5.000 yardas. Pero… ¿Cuántos running backs marcan ahora la diferencia? ¿Cuántos running backs de 1000 yardas hay en esta liga? Quizás Adrian Peterson, quizás Maurice Jones Drew, pero para ser sincero yo no he visto un verdadero corredor de élite desde LaDainian Tomilson.

Quizás en un universo paralelo los Permian Panthers con los que comencé este relato jugaron ese último cuarto basando su jueguen la carrera. En ese universo paralelo gastaron el reloj ese último cuarto hasta anotar y dejar a su rival con solo 1,17 segundos por jugar. Ganaron el partido. En ese mismo universo paralelo el equipo de NFL del que hablé anotó el TD de 55 yardas. Posteriormente su rival les anotó uno igual. Al siguiente ataque fueron interceptados y esa interceptación fue devuelta hasta la end zone. Perdieron el partido. En ese universo paralelo quizás la NFL base el juego en el juego terrestre y ese equipo hubiera ganado el partido.

Yo soy quarterback. Amo pasar el balón. Me encanta esa sensación de cuando el balón sale de tu mano y viaja en perfecta espiral hasta que un compañero la recibe. Me encanta ver el balón atravesar manos, cabezas y ver como es introducido en la end zone, empezar a correr como un loco al celebrarlo. Pero me encanta también poner el balón en el estómago de mis running backs, verlos cortar, romper placajes, ganar yardas, en definitiva lo único que importa: Avanzar. Porque el fútbol americano se trata de eso, de ganar cada yarda, cada pulgada, cada partido sin importar de el balón tenga que hacerlo volando yardas.

Al final se hace necesario correr, Fútbol de Texas.

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