Vieja y nueva escuela

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Kapernick, Wilson, Manning, Brady. 4 QBs, 4 estilos.

El próximo domingo conoceremos a los dos equipos que disputarán este año la Superbowl, la primera gran final de la NFL que se celebrará en Nueva York y en la que el clima frío será protagonista.

Cuatro equipos bien diferentes pelearán por un sitio en el evento deportivo más mediático del planeta. Cuatro escuadras con cuatro líderes con similitudes entre sí pero muy diferentes entre ellos.

En la Conferencia Americana Peyton Manning y Tom Brady representan a la aristocracia de la liga. Dos veteranos sin nada que demostrar, poseedores del anillo, futuros «hall of famer», más cerca de los cuarenta que de los treinta, que viven sus últimas temporadas como profesionales.

Manning proyecta la imagen del americano perfecto. Triunfador desde niño, hijo de ex-QB, hermano de QB, figura en el instituto, en la universidad, número uno del draft… Padre de familia modelo, profesional de los pies a la cabeza, entregado a su trabajo, meticuloso, analítico, para muchos casi robótico en su juego. Conocedor del negocio como ninguno probablemente tenga ya muy poco que aprender de nadie dentro de la NFL.

Brady es el chico 10, el modelo portada de revista. El yerno que toda suegra quiere tener y el marido por el que suspiran casi todas. El hombre que se forjó así mismo desde las profundidades de la sexta ronda del draft. El triunfador por excelencia. El sueño americano versión NFL. El quarterback que sin ser el más fuerte, el más rápido o el que mejor brazo tiene ha sabido llegar a lo más alto haciendo mejores a los que le acompañan.

Sí, sin duda la final de la AFC es la final familiar. La final de madres, abuelas. La final de puristas y analistas. La final modélica, reposada. La final para saborear.

En la Conferencia Nacional ha llegado la revolución. Russell Wilson y Colin Kaepernick representan a la nueva hornada. El futuro hecho presente. Imagen de dos franquicias descaradas dispuestas a romper el orden establecido en una liga tan cuadriculada como la NFL.

Wilson (25 años) es el chico simpático, educado, trabajador que a fuerza de perseverancia a logrado la oportunidad por la que siempre ha luchado. Hijo de abogado, con sangre multiracial, cristiano devoto y casado con su novia de siempre representa a la nueva América de Obama. Transferido de una universidad a otra para demostrar su valía, luchando siempre contra los que le decían «no». Es demasiado pequeño, no dará la talla, no vale… para el recuerdo queda el acalorado debate televisivo entre Jon Gruden y Mel Kipper Jr sobre sus capacidades o no para triunfar en la NFL.

Kaepernick (26 años) por su parte es la revolución, la rebeldía, el no casarse con nadie. Dado en adopción con apenas unos meses sus tatuajes reflejan versos bíblicos y su espíritu inconformista. Uno de ellos, «Agains all odds» (contra todo pronóstico). El hombre que llega dispuesto a acabar con todo lo políticamente correcto. El quarterback del futuro. Alto, con un bazoka por brazo y con capacidad para utilizar sus piernas de manera letal pero a quien sólo una universidad (Nevada) le ofreció una beca para hacer realidad sus sueños.

Sin duda la final de la NFC es la final del descaro, la final del hambre, la final de dos hombres dispuestos a marcar una época inscribiendo su nombre con letras de oro.

¿Quién se ganará su plaza en la Superbowl de Nueva York? Dentro de unos días saldremos de dudas.

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